5 de noviembre de 2013

Hambre en Cd. Juarez, impuestos de SALINAS-peña causaran crisis alimentaria

Roban por hambre:
El 55.45 por ciento de los hogares presentan algún grado de inseguridad alimentaria y 5.94 por ciento de ellos padece hambre severa

Hérika Martínez | NorteDigital
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El robo de latas y otros alimentos para poder comer es un delito que los juarenses han comenzado a cometer ante la falta de recursos para comprar los productos de la canasta básica.

De acuerdo a la Encuesta Mexicana de Seguridad Alimentaria (EMSA) aplicada en esta frontera, el 55.45 por ciento de los hogares presentaron algún grado de inseguridad alimentaria y 5.94 por ciento de ellos padece hambre severa.

“Generalmente es la madre de familia la más afectada y la que empieza a padecer primero los estragos del hambre, antes que los niños, porque a veces tiene dobles jornadas y requiere de mayor energía, pero suele ser la menos nutrida”, destacó la coordinara del estudio piloto denominado Inseguridad Alimentaria en Ciudad Juárez, Mónica Herrera Trujillo.

La investigadora del Programa de Nutrición de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) explicó que dentro del estudio se aplicó aquí la Encuesta Mexicana de Seguridad Alimentaria (EMSA), como parte de la Encuesta Latinoamericana y del Caribe de Seguridad Alimentaria.

“La seguridad alimentaria es que el alimento que se produce en un estado o en un país sea la cantidad suficiente para garantizar el requerimiento energético de toda su población, no que solamente se produzca sino que adicionalmente se cubran las demandas de cada hogar”, explicó.

Pese a que México es uno de los países que tienen los mejores indicadores de la canasta básica y de producción, no todos los hogares tienen acceso al alimento, hay hogares en los que no se cubren las necesidades energéticas básicas debido al bajo poder adquisitivo que tienen las familias.

De acuerdo a la información preliminar del estudio piloto que busca aplicar una encuesta más grande para tener mayor representatividad en las diferentes zonas del Municipio, se encontraron tres niveles de inseguridad alimentaria; leve, moderada y severa.

El nivel severo significa hambre, cuando un adulto o niño se queda sin comida, y en la muestra del estudio piloto se encontró que el 5.94 por ciento de los hogares encuestados la padece.

“Esto nos habla de que las familias juarenses estamos batallando para conseguir el alimento, es decir que nos alcanza cada vez menos el dinero que tenemos, el ingreso de los hogares no es suficiente para acceder a una canasta básica que cubra las necesidades familiares”, señaló la investigadora.

Se encontró que 55.45 por ciento de los hogares presenta algún grado de inseguridad alimentaria, 5.94 por ciento de ellos hambre severa.

“El primer nivel empieza por la inseguridad leve, que es cuando una familia se preocupa de que el presupuesto le alcance para comprar la canasta básica, el segundo nivel es cuando ya se empieza a limitar el alimento tanto para los adultos como para los niños y el tercer nivel es dejar de comer, pasar algún tiempo sin ingerir el alimento”, explicó.

La escala mide la percepción de la familia en torno a “me va alcanzar el dinero o no para comprar alimento”, y luego la vivencia, cuando se dice “tengo que reducir la calidad y luego la cantidad” y finalmente los casos en los de “me tengo que quedar sin comer”, lo que ya significa hambre.

En los casos de hambre, generalmente es la mamá la que menos come.

“Si mi familia está acostumbrada a tres alimentos y hoy me doy cuenta que no me va alcanzar y soy la mamá procuro a mis hijos”, destacó.

Contrario a lo que ocurre con la madre, el esposo que provee suele estar mejor alimentado que ella y que los hijos.

“Ya no hablamos nada más de pobreza patrimonial o de pobreza para cubrir necesidades como el vestido, el calzado o la educación, ya hablamos de pobreza que está íntimamente relacionada con parte del alimento, que es una necesidad básica y fundamental para la supervivencia de las familias”, comentó Herrera Trujillo.

Encargados de tiendas de abarrotes, autoconveniencia y supermercados han detectado en los últimos meses que cada vez es mayor la cantidad de personas que roban bajo el argumento de que lo hacen “para comer”.

“Es demasiado común, cada vez es más común encontrar a gente robando alimentos o a mamás que les dan leche o yogur a sus niños y luego se salen, eso es a diario”, señaló el empleado de un supermercado.

“Hay gente que pide comida, se sienta a comérsela y luego se va sin pagar”, comentó el empleado de otra sucursal.

En las tiendas de abarrotes también se ha detectado este delito, principalmente por parte de las amas de casa.

“Uno ve en las noticias cosas que antes no veíamos en Juárez, como que en una tienda de conveniencia roban leche, por ejemplo o roban jamón, invariablemente esto tiene que ver con la carencia de ese alimento en el hogar”, señaló al respecto la investigadora de la UACJ.

Esto, dijo, es derivado de la crisis y además del momento coyuntural que les tocó vivir a los juarenses en los últimos años.

“Toda esta crisis ha tenido una consecuencia que invariablemente está pegando en los presupuestos de las familias”.

El aumento al 16 por ciento en el IVA aumentará también la pobreza en la ciudad.

Es predecible lo que va a pasar en muchos hogares, en la medida en la que los ingresos empiecen a ser menores o que el desempleo empiece a aumentar se va a ver afectada la alimentación familiar, primero en calidad y después en cantidad, predijo.

Para la especialista es tan importante la calidad como la cantidad de comida, aunque lo primordial es que la persona cubra su necesidad energética.

Para continuar con la investigación se requieren recursos que permitan estratificar al municipio y encuestar un muestreo para tener representatividad sobre lo que pasa en cada zona geográfica de la ciudad.

El último reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señala que Ciudad Juárez se encuentra entre los 10 municipios con el mayor número de personas en pobreza extrema.

Se calcula que en esta ciudad viven al menos 62 mil 822 personas con problemas para comer por falta de recursos.

De acuerdo con la metodología para la medición de pobreza aplicado por el Coneval, se identifica como la población en pobreza a aquella que tiene al menos una carencia social, como educación, salud o seguridad social y un ingreso menor a la línea de bienestar, es decir, lo necesario para poder satisfacer sus necesidades de alimentación, vivienda, educación, salud, entre otros servicios.

De 2005 a 2010 la pobreza alimentaria, o sea la incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar para comprar sólo los bienes de dicha canasta, aumentó del 4.9 al 14.6 por ciento de la población.

En el mismo lapso de la pobreza de capacidades aumentó del 9.7 al 23.1 por ciento, lo que significa la insuficiencia del impuesto disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más que para estos fines.

La pobreza de patrimonio incrementó además del 33.4 al 51.4 por ciento de la población, lo que habla de la insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como para realizar los gastos necesarios en salud, vestido y vivienda.

Esto aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios.

Cabe destacar que en estas cifras no se refleja aún el impacto total que tuvo la violencia y el desempleo que se vivió en la ciudad de 2008 a 2011, por lo que la realidad actual podría ser mayor según expertos.
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